Publicado 4 de noviembre de 2024 en Interiores, Novedades, Proyectos #MKArq por Blog MK
Este proyecto se llevó a cabo en una casa patronal familiar con más de 100 años de antigüedad. La casa había resistido el paso del tiempo, incluidas catástrofes naturales como el terremoto de 2010, que dañó significativamente sus techos, aunque los muros de adobe perimetrales permanecieron en pie. Con este contexto, la familia –dedicada al campo y la industria del vino– decidió darle nueva vida a la casa.
La inspiración detrás de la renovación de la cocina fue encontrar una armonía entre la modernidad y la historia. Se trataba de actualizar la funcionalidad sin perder la esencia tradicional de la casa. El objetivo era crear un ambiente donde las reuniones familiares fueran el centro, respetando los elementos arquitectónicos originales y usando materiales y colores que dialogaran entre lo moderno y lo patrimonial.
Para este proyecto, la línea Magistra de ARÁN fue la elegida. La arquitecta Sofía Kulczewski explica que se inclinó por esta línea debido a la calidad de los materiales y la textura distintiva que aportan los muebles. “Al ser una casa tan antigua, necesitábamos una línea de muebles que no solo tuviera la durabilidad necesaria, sino que también se alineara con la estética histórica de la casa,” comenta Sofía.
Los muebles de Magistra ofrecían la robustez necesaria para enfrentar el desafío que representaban los muros de adobe de más de 100 años de antigüedad, garantizando que la cocina se mantendría funcional y elegante durante muchos años más.
El diseño de la cocina gira en torno a un punto focal claro: la isla central. Este espacio, visible desde distintas partes de la casa, no solo cumple una función práctica, sino que también se convierte en el lugar de encuentro. Al ser una cocina abierta e integrada, la isla destaca desde el exterior, reforzando su papel como el centro de reuniones familiares.
La elección de los materiales y colores surgió a partir de un hallazgo clave: el porcelanato Lume de Marazzi. Sofía recuerda cómo este material capturó la atención de ella y del cliente desde el principio, destacando por su textura y color, que parecían simular estar bajo el agua. A partir de este descubrimiento, se fue construyendo el resto del diseño, combinando modernidad y toques vintage.
El proyecto no siguió una tendencia específica, sino que fue evolucionando de acuerdo con las necesidades y los desafíos que planteaba la casa. Detalles como la instalación de gas, que no estaba presente en los muros originales, y la solución para integrar tecnologías modernas sin interferir con el estilo tradicional, fueron claves en la ejecución del diseño final.
Uno de los elementos más destacados del diseño fue el uso de piezas originales de la casa. Por ejemplo, los pies derechos de roble que se encontraron al abrir uno de los muros entre la cocina y el comedor de diario se reutilizaron para colgar las lámparas que ahora adornan el espacio, respetando la altura original de los techos de 4 metros.
Actualizar la cocina respetando la historia de la casa fue el mayor reto del proyecto. Incorporar elementos modernos como el sistema de gas y agua, así como electrodomésticos esenciales, sin romper la estética vintage fue un desafío que Sofía resolvió con creatividad. La integración de una lavadora y secadora de manera discreta es un ejemplo de cómo lo funcional se escondió para mantener el diseño limpio y armonioso.
Sofía destaca la importancia del apoyo que recibió de Studio MK durante el proyecto. “Este fue uno de mis primeros proyectos como arquitecta, y contar con el respaldo de un equipo tan profesional fue clave para lograr los resultados deseados. Nos ayudaron en la especificación técnica y en la elección de los mejores materiales, siempre alineándose con nuestra visión de respetar la historia de la casa,” concluye Sofía.
Este proyecto demuestra cómo un espacio puede evolucionar sin perder su esencia, donde lo moderno convive en armonía con lo patrimonial, creando un ambiente cálido y acogedor para la familia.